lunes, 31 de octubre de 2011

Las recetas del PP


Por fin se va desgranando el programa de la derecha en España, ese que tenían guardado bajo siete llaves y que no se atreven a mostrar al completo por temor a que la tortilla se de la vuelta cuando menos se lo esperan.

La gran idea de Mariano Rajoy para crear empleo: incentivar el ahorro, bajar los salarios y suprimir el impuesto de sociedades. No nos puede sorprender, porque no es mas que la matriz de la derecha, su semilla.

Incentivar el ahorro no es otra cosa que premiar a los que mas tienen, pues ¿quién ahorra hoy en España?, solo los que ganan muchísimo dinero, los que vivimos con lo puesto no podemos guardar nada, solo estiramos el sueldo para que nos llegue el ultimo céntimo de euro a final de mes, por tanto de nuevo salen ganando los mismos.

Salarios mas bajos, ¿aún mas todavía?, que me diga Mariano que currito de a pie gana hoy mas de 1000 €, absolutamente ninguno, entonces ¿hay alguien que gane tanto como para bajar su brutal salario?, la respuesta es SI, esos mismos que proponen esa idea, pero desgraciadamente sus sueldos no dependen de un patrón ni de un convenio, sino de unos votos que ellos se guisan y se comen.

Suprimir impuestos como el de Sociedades, pero ¿quién forma Sociedades?, sí, esos que hoy no dan empleo porque no quieren pagar un salario digno ni pagar un despido coherente, estos están esperando impacientes al PP, por lo que pagan hoy a un trabajador, a partir del 20 N tendrán a tres, y además no les costara un euro mandarlos a casa y contratar a otros tres, o si se puede, a cuatro por el mismo salario de mierda.

Dice el Sr. Arenas que es posible crear 5 millones de empleos, que hay que hacer lo mismo que en el 96, pero ¿no es lo que se hizo a partir del 96 lo que nos ha llevado a vivir lo que hoy nos toca?.

Encima de todo hay que ver en televisión que un “chorizo” de guante blanco es el que dice que tiene la solución de todo, uno que cuando estaba en todo lo alto dice que no le gustaba lo que veía todos los días encima de la mesa de su despacho, pero por aquel entonces creo que cerraba los ojos y ponía la mano. ¡QUE PAIS!

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